Revisar las formas

Como grupo interesado en la construcción de una mejor ciudad, en últimas semanas han llamado nuestra atención una serie de acciones específicas ejecutadas por dos de las administraciones municipales del AMG (Área Metropolitana de Guadalajara) que consideramos requieren ser puestas a revisión y diálogo.
Nos referimos a situaciones sucedidas en barrios del centro histórico de Guadalajara como El Santuario y Expiatorio, calles como Garibaldi y Obregón, entornos académicos como CUCEA en Zapopan u operativos en ‘colonias conflictivas’ como Lomas de Tabachines, Mesa Colorada, San Juan de Ocotán y Nuevo México también en Zapopan.
Cada uno de los citados espacios se insertan en una lógica urbana de sistemático abandono institucional que durante años ha permitido la existencia de dinámicas que no favorecen al desarrollo equitativo, ordenado y pacífico de sus habitantes quienes padecen de su entorno en múltiples niveles.
Sabemos que la ciudad necesita ordenar sus fronteras territoriales (caso Zapopan), que ciertos actores han lucrado con la necesidad de supervivencia de las personas y que los niveles de violencia metropolitana nos lastiman cada vez más. También, reconocemos el esfuerzo y trabajo que ha costado construir espacios públicos barriales enriquecidos por nuevos esquemas de relaciones económicas y sociales (caso Expiatorio), o que al día de hoy exista en la administración municipal un esfuerzo de coordinación integral de la ciudad con perfiles especialistas estudiosos de lo urbano..
Sin embargo, no podemos mostrar indiferencia hacia los procesos operativos bajo los cuales se ha ejercido el poder desde estas nuevas administraciones, llegando a situaciones de amedrentamiento y represión bajo el discurso de la oportunidad para generar cambios. Hacer esto es validar una dinámica de control social con ciertos tintes de autoritarismo en donde una de las principales figuras en escena han sido los comisarios y sus cuerpos de seguridad policial como representación del poder.
Consideramos que las nuevas administraciones deben ser mucho más abiertas y francas hacia la ciudadanía y la opinión pública sobre los procesos de diálogo que aparentemente han llevado con vecinos de todos estos sitios, puesto que la sensación generada a raíz de los llamados operativos produce un ‘choque’ opuesto al sentido real de lo que necesitan dichos entornos. Si externamente se desea modificar un escenario hostil, internamente deberían erradicar prácticas que los propician.
A los comisarios de la Policía de Guadalajara, Salvador Caro y Zapopan, Roberto Alarcón los invitamos a revisar detenidamente las formas de implementación de sus acciones.
A la Coordinación de Gestión Integral de la Ciudad y la Dirección de Inspección y Vigilancia, dependiente de la Secretaría General del Ayuntamiento, les pedimos mayor aplicación de métodos de enseñanza que lleven a las fuerzas de seguridad a ejercer sus labores con otra perspectiva de lo que representa el poder público.
A los Ayuntamientos de Guadalajara y Zapopan, les pedimos de la manera más propositiva posible revisen sus fondos y cuiden sus formas, que usen a sus instituciones para colaborar con la ciudadanía y no contra ella, que hagan uso del capital humano que han conformado y que no utilicen el miedo y la imposición como banderas para encaminar los múltiples cambios que nuestra ciudad necesita y anhela.
(Foto de R. Tamayo para El Informador)