El fenómeno del tráfico inducido

El fenómeno del tráfico inducido es una realidad comprobada y una preocupación a nivel mundial.


El tráfico inducido es el incremento sustancial en el tráfico que ocurre después de la apertura de una vía rápida o de la ampliación de una vía existente. El incremento se debe a que cuando aumenta el espacio de vialidades, disminuye momentáneamente el tráfico y resulta entonces atractivo para más automovilistas utilizar la vía. Esto trae consigo que muchos automovilistas hagan viajes más largos para poder utilizar esta vía o que lleven a cabo viajes cortos con mayor frecuencia.

Cuando se construye una nueva «vía rápida» se alteran los patrones de viaje: los automovilistas cambien de ruta y de horario de traslado, prefiriendo realizar sus viajes a las horas pico.

Puede suceder que, temporalmente, viajes que tienen el mismo origen y destino puedan realizarse más rápidamente utilizando la nueva ruta, sin embargo, el aumento del tráfico inducido hace que en cuestión de poco tiempo (en algunos casos, en tan sólo meses, según varios estudios) se vuelvan a tener congestionamientos viales.

Al final del ciclo volvemos a tener la misma congestión vial, pero con una ciudad más asfaltada y contaminada. Toda solución vial que se precie de serlo debe incluir componentes de transporte público de calidad y debe considerar políticas públicas que desincentiven el uso del automóvil particular.

El fenómeno del tráfico inducido en México

En la investigación Tráfico inducido en México: contribuciones al debate e implicaciones de política pública de Luis Miguel Galindo, David Ricardo Heres y Luis Sánchez (UNAM) se definió como objetivo principal identificar la existencia del fenómeno del tráfico inducido en México. Los resultados obtenidos indicarían que la ampliación de las vialidades en México origina un aumento de los viajes y de los kilómetros recorridos como consecuencia de una disminución (parcial) del tiempo de traslado.

El volumen de tráfico vehicular en las zonas urbanas de México ha llegado a ser un tema de fuerte preocupación e intenso debate en los últimos años. En las dos décadas más recientes se ha observado un crecimiento pronunciado del volumen de tráfico vehicular junto con el desarrollo de la infraestructura vial. La relación entre estas dos variables es ciertamente asunto de intensa discusión como consecuencia de los efectos colaterales del transporte.

En efecto, el transporte genera costos sociales importantes como los que afectan la salud y están asociados a la contaminación del aire, los costos en congestionamientos o accidentes, los costos para proveer la infraestructura vial e incluso los costos ambientales relacionados directamente con el cambio climático y con la forma y características del desarrollo urbano. En este sentido puede argumentarse, como sucede en otros países, que las proyecciones de uso del automóvil a 25 años son inconsistentes con un desarrollo sustentable y se plantea entonces la necesidad de diseñar opciones que compatibilicen el crecimiento económico con un transporte moderno, cómodo, seguro y limpio.

El concepto de tráfico inducido puede incluso argumentarse haciendo una observación de causas. Así, por ejemplo, es común observar en el transporte urbano dos hechos que apoyan la hipótesis del tráfico inducido: en primer lugar, el tráfico crece más rápido en las calles o avenidas menos congestionadas; en segundo lugar se presenta el fenómeno de supresión de tráfico asociado a una limitada infraestructura vial. Así, se observa que los cortes en la circulación programados se traducen en una disminución del volumen de tráfico o la mala calidad de una vialidad reduce su tráfico, lo que sugiere que una ampliación de la infraestructura vial ocasionará que el tráfico suprimido aparezca.

Conclusiones del estudio

Los resultados obtenidos en este trabajo confirman la existencia del fenómeno de tráfico inducido para el caso de México. Así, el desarrollo de nuevas vialidades induce, en general, un incremento de viajes. El ahorro del tiempo generado se traduce, aunque menos que proporcionalmente, en el aumento de viajes y kilómetros recorridos.

Desde luego, el efecto puntual del tráfico inducido sobre una vialidad específica depende del contexto, del tamaño y de la localización de la nueva vialidad, aunque debe considerarse que el efecto del tráfico inducido es mayor cuando la red vial opera cerca de su capacidad, la elasticidad de demanda es alta y se observan fuertes cambios en los costos de transporte.

Costos sociales

La construcción de nuevas vialidades para reducir la congestión tendrá beneficios limitados en el tiempo como consecuencia del tráfico inducido. Si bien al proveer mejores condiciones de transporte se otorgan beneficios individuales, ello debe balancearse con los costos sociales que ocasiona. Así, la rápida expansión del uso de los autos responde en alguna medida a que en el precio no se incluyen sus costos sociales y por tanto no se igualan los beneficios marginales sociales del transporte privado con sus costos sociales. De incluirse en el precio los costos sociales del transporte público y el privado, un transporte público de calidad y seguro sería una opción muy atractiva incluso sin un subsidio directo. Si se reconociera la presencia de estos costos sociales en las políticas de transporte y en la construcción de la infraestructura vial se daría un avance importante hacia un crecimiento económico sustentable. En este sentido debe considerarse que la ampliación de la infraestructura vial se traduce desde luego en una mejora del servicio para algunos sectores de la población; sin embargo tenderá a erosionarse con el tiempo, pues se trata de una opción estratégica de desarrollo urbano no sustentable en el largo plazo.

Impacto ecológico

El impacto neto de la construcción de nuevas vialidades sobre la calidad del aire es incierto, en la medida en que si bien se reducen los congestionamientos, aumentan los kilómetros recorridos. Para lograr un efecto real y duradero sobre las emisiones es necesario aumentar significativamente la participación modal del transporte público reduciendo así el uso individual del auto privado; además es preciso incrementar el número de viajes en vehículos no motorizados, integrar los distintos modos de transporte, elevar los costos del transporte privado con impuestos e incluso cargarle los costos directos de tránsito, como pagos por circular y fomentar el desarrollo urbano centralizado accesible a otras formas de transporte procurando también la redensificación.

El conjunto de resultados obtenidos indica que la ampliación de la infraestructura vial viene asociada a un aumento menos que proporcional del tráfico, pues se disminuye momentáneamente la razón de uso de las vialidades que, paulatinamente, se va incrementando. De este modo la ampliación vial genera en el corto plazo una mejora en el servicio que tiende a deteriorarse con el tiempo. Esta mejora en el servicio debe sin embargo evaluarse con referencia a los costos que implica en el largo plazo una opción de desarrollo urbano que privilegia el uso del automóvil como medio de transporte en contraposición a otras alternativas.

Tráfico inducido en México: contribuciones al debate e implicaciones de política pública

Luis Miguel Galindo, David Ricardo Heres y Luis Sánchez

ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, vol. 21, núm. 1 (61), pp. 123-157

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